Derechos Humanos, Diversidad, Género, Consultorias

Por Virginia Marturet

Desde hace un tiempo que debo escribir una nota para este blog, pero la vida nos fue pasando y recién ahora llegó el momento. Más vale tarde que nunca, no?

El contexto de la pandemia nos hizo repensar y repensarnos como personas, profesionales, los roles que sostenemos y cuáles queremos reinventar.

Trabajar como Consultora en Derechos Humanos y Empresas justamente implica un poco de todo esto, y la “excusa” del coronavirus la usaré como disparador de esta perspectiva para explicar en qué consiste todo este cambio para el siglo XXI.

Argentina: referente en DDHH del mundo

Argentina siempre estuvo relacionada a las cuestiones de DDHH en el mundo. Tuvimos momentos de valentía y coraje reconocidos mundialmente donde antepusimos el derecho y la convivencia social con valores y respeto hacia las personas que la habitan y que quieren poder recordar su historia como aquel país donde los delitos tienen sus consecuencias. Ya en el regreso a la democracia logramos superar un pasado nefasto, pero que sin lugar a dudas nos hizo tener presente lo que no queremos volver a repetir. Que los crímenes queden impunes no nos hace bien a nadie, más que a quienes los cometieron. Claramente, una sociedad más justa y equitativa se construye desde el cumplimiento de la ley y la sanción a los actos disvaliosos.

Cultura “rota” en las empresas

En las empresas ocurre lo mismo, ¿o a alguien le puede interesar formar parte de una compañía en donde la cultura del silencio, la falta de respeto, el maltrato, el abuso sexual y el acoso son moneda corriente? Una cultura “rota” o disvaliosa donde todas estas situaciones son permitidas, y lo que es peor, no sancionadas y naturalizadas nos produce cada vez más horror. Estamos cambiando la conciencia de nuestros actos, o deberíamos hacerlo si aún no nos pasó. Y esto pone a las empresas (ya sea una pyme o una multinacional) en un rol de más protagonismo. Porque permitir que esta cultura rota se instale o persista es gracias a ellas.

Entonces ¿cómo hacemos para que esto deje de pasar o empiece a cambiar? ¿Cómo podemos colaborar para que salir a trabajar no sea un boleto a no saber si volveremos a nuestras casas vivas, sin haber sufrido experiencias imborrables, dolorosas que pueden llevarnos hasta la muerte? Quizás no suene muy simpático pero eso puede pasarle a cualquier persona cuando carece de valor o desconoce su fuerza para enfrentar situaciones en donde su valor se corrompe.  Los femicidios son una realidad y otras de las pandemias que venimos sufriendo desde hace siglos, la visibilización de este problema ya fue un primer gran paso. Medir esa información es parte del proceso de cambio.

El feminismo: una forma de desnaturalizar el maltrato

Y ahora nos toca a todas las personas que habitamos Argentina (y el mundo entero) cambiar esta realidad para dejar de lado la desnaturalización de la discriminación social, el maltrato, el acoso sexual, el abuso y la desvalorización hacia otros. Porque mientras sigamos naturalizando el machismo y sigamos permitiendo creer que el feminismo busca destruir al hombre, nada cambiará. Entender que el feminismo es parte del proceso de cambio, que la diversidad, la igualdad de oportunidades y derechos, la dignidad de las personas y el desarrollar el trato digno en los espacios de trabajo y en los demás espacios que compartimos es la forma. Ya lo dijo Voltaire: “Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable” y depende de cada uno ayudar a curar a nuestra sociedad.

Te invito a que sigamos compartiendo estos espacios para intercambiar experiencias y conocimientos, más allá de nuestras opiniones personales, pero si desde un lugar de respeto mutuo y colaboración, con investigación empírica, científica y académica (por qué no). Eso es desarrollar e implementar perspectiva de DDHH en las Empresas y es parte del desafío que nos toca atravesar entre todas en el siglo XXI.

Muchas gracias!