Que nos hemos acostumbrado a vivir siendo discriminados, no es novedad, tanto que suele ser invisible. Que por nuestro aspecto, nuestras ideas o nuestro contexto de desarrollo distinto al “establecido” nos jugaran malas pasadas en los ámbitos de trabajo, tampoco lo es.
Sin embargo, corren aires de esperanza que llegaron desde Ginebra, en la Conferencia Internacional del Trabajo anual 2019.
La corriente empezó para mediados del año pasado, y la pandemia nos distrajo de sus efectos. Pero el Convenio 190 y la Recomendación 206 ya son una realidad mundial. Así, con 439 votos a favor, la OIT logró acordar este nuevo convenio con su recomendación respectiva, enfocados en la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Argentina jugó un papel importante con su enfoque tripartito, y ahora nos llega el momento de ponernos en marcha para que entre todos: Estado, Empresas y Sindicatos, se ratifique y hagamos cumplir este convenio que desde OIT nos invita a repensar y reinventar las relaciones laborales.
Considerando que este convenio deja claro que toda persona tiene derecho a un mundo laboral libre de violencia y acoso; el Convenio 190 de la OIT, complementado por la Recomendación 206, es la primera norma internacional del trabajo jurídicamente vinculante que aborda de forma exclusiva la problemática de la violencia. Entre sus principales puntos puedo mencionar :
La importancia de definir qué son la violencia y el acoso. Ya que si bien la línea divisoria entre ambos conceptos suele ser borrosa, la intención es que deje de ser un obstáculo para poder abordar el problema. También incluye la violencia y el acoso por razón de género.
Además establece quién está protegido por el convenio. Que resulta ser auténticamente inclusivo, identificando el derecho de toda persona a un entorno laboral exento de violencia y acoso. Cubriendo y haciendo extensiva la cadena de responsabilidades a instancias que exceden la oficina o el espacio físico de trabajo, voluntarios y hasta el transporte está especialmente reconocido. Abordando la violencia de terceros, para garantizar la asunción de responsabilidades.
¿A quiénes está dirigido?
Como antes lo mencionara, aplica a todos los sectores, privados o públicos, en la economía formal y en la informal, y en las zonas urbanas o rurales. Para finalizar explica qué se entiende por lugar de trabajo. Dejando en claro que el mundo laboral se extiende más allá del lugar de trabajo y abarca los incidentes que puedan producirse en el transcurso del trabajo, que estén relacionados con este o que se deriven de él —incluidos los incidentes ocurridos en lugares en los que los trabajadores utilizan para relacionarse.
Refiere a la libertad de los trabajadores por sindicalizarse, y aquellos no sindicalizados también son reconocidos. Por lo que también nos referimos a la violencia doméstica y su impacto, ahora incorpora la necesidad de mitigarlo en el mundo laboral también.
Las empresas: un rol clave en la nueva normalidad libre de violencia
Se crea una nueva agenda para el mundo, en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Porque el acoso es una forma de discriminación. Y las empresas con el rol fundamental como actores de cambio, junto a cada una de las personas que intervienen y se interrelacionan gracias a su existencia. Porque, cuando la pandemia acabe, vamos a necesitar más empresas que quieran acompañar la nueva normalidad. Una normalidad donde los abusos dejen de ser “lo normal” y donde estemos a salvo porque conformamos una cultura que se transforma libre de violencia, estigmatizaciones y sesgos culturales. Permitiendo el empoderamiento de cada integrante del equipo. Una empresa que gana porque la sociedad valora sean agentes de este cambio, que ya empezó.
Ya nos lo enseñó Mahatma Gandhi el siglo pasado con su movimiento pacífico y de no violencia: “si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”. Y para las Empresas del siglo XXI: “Tú debes ser el cambio que quieres ver en el mundo.”
Muchas gracias!