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¡Es la persona perfecta para el puesto!

Pero, ¿Lo es realmente?

En una nota anterior, ya te adelantamos un poco qué son los sesgos inconscientes. Son un mecanismo propio de nuestro cerebro que se produce a partir de nuestras experiencias, historias de vida, orígenes sociales y culturales. Por esto, he aquí una de las claves al respecto: absolutamente todas las personas tienen sesgos inconscientes.

Los sesgos son como asociaciones “pre-fabricadas” que hacemos sin darnos cuenta y nos llevan a tomar decisiones o actitudes en base a ellos.Sesgos,consultorias

 

 

En una empresa, por ejemplo, estos se ponen muy en juego a la hora de elegir perfiles para un puesto de trabajo.

Muchos de los sesgos inconscientes en el ámbito laboral se encuentran en relación con el género de una persona.

 

Algunos ejemplos de estos son:

  • Sesgo de rendimiento: ¿Podrá hacerlo?

El sesgo del rendimiento está basado en una supuesta diferencia de rendimiento entre géneros. Se tiende a sobreestimar el rendimiento de los varones y, por el contrario, a subestimar el de las mujeres. Esto lleva a que las mujeres generalmente tengan que comprobar que tienen las aptitudes que dicen tener. En cambio, los varones suelen ser seleccionados en base a potenciales y futuras habilidades.

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Sesgo de atribución: ¡Te equivocaste de nuevo!

Así como suele pensarse que las mujeres tienen menos habilidades, es menos probable que a las mujeres se les reconozcan sus logros y se las culpe más por sus errores que a los varones. También podemos caer en el error de no escuchar verdaderamente las propuestas hechas por mujeres. Con el tiempo esto produce que las mujeres tengan menos confianza en sí mismas, generando un círculo difícil de frenar.

Sesgo de simpatía: ¡Es demasiado mandona!

Generalmente, se espera que las mujeres sean más simpáticas y dulces. Cuando una mujer habla directamente y tiene una personalidad fuerte, tiende a caer mal. En cambio, si un hombre adopta este tipo de actitudes se siente natural e incluso agradable. La contracara de esto, es que cuando una mujer es demasiado simpática se asume que es menos capaz. Así, las mujeres se encuentran en un constante intento por mantener un equilibrio en el que su personalidad no sea “ni muy muy ni tan tan”.

Sesgo de maternidad: ¿Planeás ser madre?

Asumir que las mujeres están o estarán menos comprometidas con sus trabajos si son madres es uno de los sesgos inconscientes más comunes. Una mujer que fue madre, tiene un 79% menos de posibilidades de ser contratada. A su vez, se ponen sobre ella más presiones que sobre los varones que son padres y tienen menos oportunidades dentro de una organización.

Sesgo de afinidad: ¡Me hace acordar a mí de joven!

El sesgo de afinidad nos lleva a relacionarnos mayormente con personas que son similares a nosotrxs mismxs. Quienes se parecen físicamente, en su historia o en su personalidad al líder de una empresa, tienen más posibilidad de ascender de posición.

Doble discriminación:

Los sesgos no son sólo sobre género. La etnia, la nacionalidad, el color de piel o la orientación sexual son también un motivo posible de discriminación inconsciente que se suma a los sesgos de género. Una mujer que en su CV deje de alguna manera saber que está interesada en lo LGBTIQ sus posibilidades de ser convocada para el trabajo se reducen ampliamente. Por eso, a la hora de pensar en sesgos debemos recordar que las variables no terminan en ser mujer o varón, sino que la diversidad humana es mucho más amplia y debe ser reconocida.

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¿Reconocés alguno de estos sesgos? El primer paso para trabajar sobre los sesgos es hacerlos conscientes, pero esto no es suficiente. En nuestra próxima nota te contamos más sobre cómo trabajarlos.