Por Lic. Ivana Moyano

En la mayoría de los casos de las mujeres que trabajan, las empresas reclaman su vuelta cuando ellas aún están puérperas. Las licencias por maternidad suelen ser muy breves, y en tanto tales, crueles para con la díada. En la ciudad de Buenos Aires y en gran parte del país (recientemente en CABA se legisló una nueva licencia de paternidad por 15 días), la gran mayoría de las mujeres vuelven a su trabajo de manera prematura, mientras transitan aún las primeras etapas de puerperio, lo cual va en detrimento de la díada.

Las licencias por maternidad y por paternidad son muy desconsideradas pues exigen una pronta separación cuando aún nadie está preparado para ella. Esta situación redunda en enfermedades repetidas en los bebés, quienes hacen síntoma de la ausencia materna; se suele cortar la lactancia, lo cual afecta también al bebé y las empresas registran altos índices de ausentismo por parte de las madres. Es decir, se genera un circuito que no conviene a nadie. Debemos luchar como sociedad para que las licencias por maternidad y paternidad se extiendan, porque buenos vínculos tempranos hacen mejores seres en la adultez y ciudadanos responsables para el futuro.

Los países nórdicos como Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia son los que ofrecen mejores condiciones sociales y laborales para que sus habitantes puedan compatibilizar la vida laboral y la familiar. Sus sociedades entendieron que el mismo momento vital en el cual las personas están biológicamente más fértiles siempre coincide con la adultez joven, durante la cual suele darse el mejor rendimiento en el área laboral. Estamos reproductivamente en plenitud al mismo tiempo que estamos productivamente activos para el mercado, lo cual es una gran desventaja para la mujer que debe poner su cuerpo en favor de la llegada de su o sus hijos en detrimento del desarrollo de su profesión.

Tratando de achicar la brecha entre mujeres y hombres, países como Suecia, Rumania, Alemania e Islandia, han promovido políticas más igualitarias al otorgar licencias prolongadas también para los padres, de modo que los días de licencia se puedan repartir entre madre y padre según la decisión de la pareja. Así, de los cuatrocientos ochenta días a partir del nacimiento que otorga Suecia, podrían dividirse mitad entre la madre y mitad entre el padre, si la pareja así lo eligiese. Las empresas deben sostener el puesto de trabajo e iguales condiciones para los empleados que devengan padres y las pagas son de entre el ochenta y el noventa por ciento del sueldo que perciben.

Estas condiciones no son un detalle y me parece fundamental destacarlas ya que los seres humanos estamos insertos en sociedades que determinan, entre muchas otras cuestiones, los modos de crianza de nuestros niños pequeños. Es decir, que una madre tenga que retornar al trabajo dentro del primer trimestre del puerperio, dejando en casa a un bebé a quien recién comienza a descifrar, con quien recién entra en ritmo, que es pequeño y la necesita, es una situación angustiante para la mayoría de las madres recientes.

El clima, la sintonía, la velocidad y el paso del tiempo no las percibe de la misma manera una mujer en estado de hipersensibilidad y alerta que una mujer sin hijos o con niños más grandes. Toda mujer que ha parido recientemente, debe agudizar su atención y debe afilar sus sentidos para estar alerta a los peligros que amenacen de la incipiente vida de su hijo. Por eso, esta realidad del puerperio es exactamente opuesta a la del afuera de casa, especialmente la del trabajo remunerado.

Es muy probable que cada nueva madre no esté preparada para afrontar adecuadamente lo que el mundo externo le depare porque el cambio que le demanda entrar en cada clima es una exigencia excesiva para este momento vital.

Estamos en presencia de un abuso porque se le solicita a un ser humano lo que aún no puede dar. Otro tanto sucede con el bebé, quien hace poco tiempo ha perdido el útero materno y su contención, naciendo a un mundo que se vivencia aún como amenazante. Es la madre del niño quien con su compañía, apego, cuidado y amor hará de colchón entre el niño y el mundo que lo golpea. Ellos, en díada, necesitan tiempo en cantidad y de calidad.

A medida que va pasando las semanas, las mujeres van adquiriendo experiencia en el cuidado del bebé lo que las hace sentir más seguras y confiadas en sí mismas. Por su parte, el bebé va conquistando madurez y cierta independencia. Las mujeres conocen a sus hijos y sus modos de demandar y ello repercute en la identidad de madre, que se va fortaleciendo y consolidando.

Ha pasado el tiempo; el bebé ha crecido y madurado bastante y ellas sienten que han salido airosas del desafío de volverse madres. Es probable que recién entonces ellas comiencen a extrañar algo de sus vidas laborales.
Toda mujer que antes de la maternidad ha elegido una profesión o el desarrollo de alguna actividad laboral, seguramente a estas alturas, tenga deseos de recuperarla total o parcialmente. Este deseo puede verse contrapuesto con los mandatos que ella tenga sobre el cuidado de su hijo. No es fácil para las mujeres la lucha interna que suele darse entre la vida laboral y la familiar, ya que si la mujer tiene ganas de volver a su trabajo es probable que sienta culpa por dejar al niño. No olvidemos que nuestra cultura indica que una madre debe ser sacrificada.
Es muy importante entender, en primer lugar, que cada mujer que se vuelve madre deja de lado gran parte del interés personal y profesional a la hora de embarazarse. La necesidad de regresar a sus actividades habituales le llevará mucho más tiempo del imaginado y del que la sociedad está dispuesta a esperar.

En segundo lugar, a los varones no se los acusa de malos padres si trabajan en exceso luego de la paternidad y no se les demanda la misma atención para con la crianza de sus hijos que a las mujeres. El deseo del varón para con lo laboral siempre está asociado a la potencia. El deseo de la mujer por fuera de la maternidad suele estar asociado, en cambio, a desconexión con sus aspectos femeninos y, por ende, para con sus hijos.

En tercer lugar, las empresas o el ámbito laboral no están dispuestos a esperar el tiempo que cada mujer y cada hombre necesiten para salir al ruedo laboral dejando a sus niños en las mejores condiciones.

Todo este contexto arma el germen ideal para el sentimiento de culpa que trae la vuelta al trabajo de las madres trabajadoras y de algunos padres recientes.


Lic. Ivana Moyano https://www.facebook.com/notes/bridge-the-gap/la-vuelta-al-trabajo-post-parto/856298944555918/